En mitad de la carretera, independientemente de si el desplazamiento es de largo o corto recorrido, puede surgir ciertos efectos provenientes de malos hábitos al volante o por determinadas situaciones del tráfico.
Por eso, es importante que nuestra visión esté completamente puesta en escena en cuanto el coche se pone en marcha, ser precavido y respetar las distancias de seguridad. Sobre todo, en este último caso cuando por alguna razón vemos nuestra visibilidad reducida.
Es lo que ocurre con el efecto túnel, es decir, cuando tú como conductor pierdes el campo de visión lateral: el ángulo de visión se reduce y se limita a ver lo que tienes delante y en el centro. O si se reduce la visión periférica puede conllevar alguna reacción como la aparición de fatiga… lo que puede desembocar en un mayor riesgo de sufrir un siniestro.
Cuándo tienes la visión reducida
Una de las principales razones es la velocidad, cuanto más rápido se circula, menor es el ángulo de visión. Al contrario de si estás parado, tu ángulo de visión es de 180º por lo que tienes una visión periférica completa. A partir de los 130 km/h, la nitidez se pierde por lo que se empieza a no percibir correctamente las señales.
Otro factor son las drogas y el alcohol, ya que pueden verse alteradas las funciones perceptivas. Se reducen los movimientos oculares, o lo que es lo mismo, aparece la fatiga ocular. No te deja focalizar la atención en todos los puntos y se te limita únicamente en el centro por lo que es mucho más difícil detectar los elementos que hay a los lados de la carretera.
Pero, además, el estrés y la ansiedad también favorecen el efecto túnel. Son al fin y al cabo mecanismos de reacción, dificultan la capacidad de conducción y afectan al igual al campo de visión.
El estrés puede estar promovido dependiendo de las condiciones de la vía o del tráfico/entorno, la poca experiencia al volante, y directamente las malas experiencias, es decir, haber vivido un accidente puede provocar miedo a conducir. O las situaciones puntuales como llegar tarde, un imprevisto o perderse.
Cómo evitar el efecto túnel
Una vez que pones en marcha el coche debes dejar de lado los problemas personales; salir con antelación, haber descansado lo suficiente para que no aparezca la fatiga ni la falta de concentración, mantener una actitud relajada para evitar ponerte nervioso en los atascos, y si es necesario cambiar de ruta, y por supuesto no correr. Esto último puede agravarse en caso de que estés alterado ya que puedes tender a correr más y por ende tener una actitud más agresiva.