Estos consejos prolongan la vida de los componentes y evitan visitas anticipadas al taller
Llevar el coche a punto es algo fundamental, ya no solo por evitar que se rompa, sino también por la seguridad. Pero no solo las averías producidas por el uso normal del vehículo son las que hacen que tenga que visitar el taller, pues alguna mala costumbre que podamos tener como conductores hace que la mecánica se vea más perjudicada y que tengamos que ver a nuestro mecánico antes de tiempo.
Los malos hábitos al conducir más comunes
Conducir con la mano en la palanca de cambios
Es de las malas costumbres más extendidas a la hora de conducir, sobre todo en los coches que no llevan reposabrazos. Al hacerlo, estamos forzando la palanca de cambios y con ello todo el mecanismo en una posición que no es natural pudiendo provocar una avería muy cara, por lo que si conduces con el brazo apoyado en el cambio, es mejor que busques otro sitio donde apoyarlo.
Utilizar el embrague de manera excesiva
Por pereza, comodidad o por no perder el tiempo, muchos conductores dejan la primera velocidad con el pedal del embrague pisado mientras esperan un semáforo, están en un paso de peatones o paradas cortas. Haciendo esto, esta pieza mecánica está trabajando más de lo debido, por lo que lo haremos sufrir y lo desgastaremos antes.
Mover el volante en parado
Con este gesto que alguna vez todos (o casi) hemos hecho, hacemos sufrir a tres componentes a la vez: ruedas, dirección y suspensión del vehículo y las averías pueden alcanzar hasta los 600 euros, por lo que será mejor que giremos nuestras ruedas con la marcha iniciada.
Apurar la reserva del depósito de gasolina
Si eres de los que viven al límite y les gusta ver hasta dónde puede llegar su coche con la reserva, que sepas que estás dañando a tu coche. Aparte de poder quedarte sin gasolina en medio de la carretera, circular habitualmente en reserva puede afectar a la vida útil de los filtros, algo que perjudica a la inyección del motor.
Aparcar tocando el bordillo o con una rueda sobre la acera
Está bien asegurarse de dejar el coche bien estacionado, pero no hay que llegar a extremos. Pues si aparcamos con una rueda pegada al bordillo, o encima de la acera estaremos forzando los neumáticos o bien la suspensión de manera anticipada e innecesaria. Evitándolo, nos ahorraremos unos 200 euros en averías.