En todo motor de combustión interna se generan rozamientos en los componentes internos que provocan altas temperaturas y desgastes en sus componentes. El rozamiento en el interior del motor se produce por el movimiento del pistón sobre el cilindro o camisa, por el giro del cigüeñal sobre sus apoyos, etc.
De este modo, el funcionamiento de todos estos elementos produce calor que, a su vez, puede provocar que el rendimiento del motor se vea reducido y, en caso de que no se disponga de una buena refrigeración, podría desembocar en una avería grave e, incluso, en la rotura completa del propulsor.
Para controlar la temperatura del motor, el propulsor dispone de un sistema de refrigeración que consiste en un circuito cerrado compuesto por líquido refrigerante, vaso de expansión, radiador, bomba de agua, termostato, sondas de temperatura…
La sincronización de todos estos componentes del circuito de refrigeración está orientada a conseguir que la temperatura de servicio (de funcionamiento) se sitúe en torno a unos 90ºC, para que el motor trabaje de forma óptima.
Si baja el nivel no tiene por qué haber una avería
El nivel del refrigerante o anticongelante puede bajar por la misma evaporación que se produce con el funcionamiento del motor, ya que las continúas subidas y bajadas de temperatura pueden provocar que se evapore cierta cantidad de líquido, incluso obligándonos a reponer —porque llegue a bajar más de lo recomendable entre cambio y cambio—, sin que eso signifique que haya ninguna avería.
No obstante, si en el cuadro de instrumentos se enciende el testigo de nivel de refrigerante bajo conviene estar alerta por si tenemos una avería ¿Qué debemos hacer? En primer lugar, habrá que rellenar de liquido refrigerante hasta el nivel recomendado y observar si hay alguna pérdida de manera visual por alguna parte del motor.
Después de reponer refrigerante, conviene observar el nivel durante un tiempo y ver si sigue igual o si vuelve a bajar. Si es así, confirmaremos que existe una pérdida en algún punto del circuito.
Podemos tener pérdidas por la bomba de agua si bien éstas no son sencillas de ver a simple vista. Si la pérdida no viene de ahí, es posible qeu algún manguito tenga alguna fisura, que puede ser pequeña, pero provocar con el tiempo una bajada del nivel de refrigerante.
Sin embargo, esta comprobación visual puede no ser fiable, pues es posible que no se vea caer líquido, quedándose éste depositado en algún rincón del motor.
Otra zona ‘conflictiva’ puede ser el radiador: si detectamos que la temperatura del motor aumenta o vemos manchas de líquido en el suelo, puede que tengamos un problema en el radiador
El peor de los casos: una avería en la junta de culata
Si después de revisar estos elementos no vemos resto alguno de anticongelante, podemos ponernos en lo peor, ¿qué significa esto? Que podemos tener un problema grave de junta de culata.
Para un diagnóstico más acertado, que no conlleva sustituir componentes sin una idea clara de que sean los causantes de la bajada del nivel del refrigerante, conviene comprobar si tenemos una avería por presión en el circuito de refrigeración derivada de un defecto en la junta de culata.
Puede darse el caso de que la temperatura del motor no suba y sea correcta, pero que el anticongelante pase a uno o varios cilindros, siendo mezclado en la combustión y haciendo que el nivel baje poco a poco. De este modo, si existen hidrocarburos en el refrigerante habrá que extraer la culata para sustituir probablemente la junta.
En resumen, si detectamos que el nivel del vaso de expansión baja y tenemos que rellenar cada cierto tiempo, acude a tu taller de confianza donde puedan comprobar el origen de la bajada de nivel del anticongelante para repararlo y así evitar averías más graves y desagradables para tu coche… y tu bolsillo.