Pocos elementos han mantenido su esencia a lo largo de la historia de la automoción como los neumáticos. Por su propia concepción, el neumático ha permanecido prácticamente inalterable a lo largo de los años como una goma que apenas ha cambiado ligeramente sus materiales para ser más eficiente, ya sea almacenando aire o nitrógeno en su interior.
Sin embargo, los fabricantes de neumáticos llevan tiempo estudiando cómo pueden revolucionar este concepto que parecía inamovible. Así, la última década nos ha dejado un reguero de pruebas y estudios de diferentes fabricantes que buscaban conseguir un neumático sin aire que pueda producirse en masa y comercializarse en un futuro próximo.
De salir adelante alguno de los prototipos adelantados, las ventajas serían evidentes, tanto en materia de seguridad como de consumos y eficiencia energética.
Qué desventajas tiene el neumático tradicional
La comercialización en masa de un neumático sin aire puede suponer un cambio drástico para el usuario en cuanto al mantenimiento del vehículo. Los datos nos dicen que, como conductores, no prestamos la atención suficiente a este elemento que, sin embargo, es esencial en materia de seguridad.
Sin embargo, una presión inadecuada o insuficiente en las gomas pone en juego nuestra seguridad, pues la estabilidad del vehículo se verá comprometida y otros elementos, como la ya mencionada suspensión o la dirección, recibirán vibraciones que pueden desembocar en una avería.
Todo ello sin olvidar que el riesgo de sufrir un pinchazo o un reventón, en el peor de los casos, es más probable cuando el conductor no se ha percatado del aire perdido en las últimas semanas o meses.
A lo anterior, hay que añadir que los neumáticos (ya estén inflados con nitrógeno o aire) sufren mucho si los golpeamos con fuerza contra un bordillo o resalto, o dejamos el coche estacionado con una rueda apoyada sobre el mismo, provocando deformaciones en la goma complicadas de ver pero de gran peligro una vez estemos en marcha.
Las ventajas de un neumático sin aire
Eliminar el aire del interior de un neumático no es sólo un avance en la comodidad del conductor, que puede olvidarse de comprobar si se ha perdido presión, aumentar ligeramente ésta antes de un viaje con gran carga en el maletero o, simplemente, sufrir un pinchazo.
Hasta ahora, los prototipos que hemos visto de neumáticos sin aire cuentan con algunas características comunes, entre las que se encuentra una malla interior circular compuesta por un material flexible (como el poliuterano elástico) basado en formas que facilitan la absorción de las fuerzas verticales generadas por el coche, las sufridas a la hora de subir un bordillo o las producidas por el propio coche cuando se circula a altas velocidades.
Las ventajas en todos los casos son evidentes. El neumático es capaz de adaptarse a la carga que transporte el vehículo y, por tanto, siempre ofrece el mejor comportamiento y sin sufrir los desgastes irregulares provocados por una presión inadecuada. Además, en caso de impacto es mucho más flexible y resistente.
Por último, la eficiencia del compuesto es mucho mayor, pues no producirá consumos superiores a los esperados por un mal mantenimiento, los elementos interdependientes (como la suspensión o la dirección) tampoco sufrirán vibraciones que aceleren el desgaste de sus piezas y su vida útil debería ser mayor, al adaptarse mejor a todas las condiciones anteriores.
¿En un futuro cercano?
La teoría está bien pero, ¿cuándo podemos esperarlos? ¿Los veremos pronto en las calles? Lo cierto es que, de momento, todo lo que hemos sabido es que las marcas siguen trabajando en sus prototipos, de los cuales hemos tenido noticias recientemente en relación a Hankook. El fabricante ha presentado en el CES la última versión de sus i-Flex, desarrollados en colaboración con Hyundai y que esperan incluir en los futuros vehículos autónomos que ahora se encuentran en desarrollo.
Otro de los fabricantes que han mostrado sus desarrollos en los últimos años ha sido Bridgestone. A principios de 2020 mostraron la última versión de sus gomas sin aire, prometiendo que llegarían en un futuro cercano a camiones y bicicletas. De hecho, como patrocinadores de los Juegos Olímpicos de Tokio, se esperaba que pudiéramos verlos en algunos vehículos autónomos pero, finalmente, no tuvimos noticias de ellos.
Por su parte, Michelin sí ha puesto una fecha encima de la mesa: 2024. Si los desarrollos llegan a buen puerto, la firma francesa quiere poner en el mercado sus neumáticos Uptis (Unique Puncture-proof Tire System o Sistema Único de Neumáticos a Prueba de Pinchazos, por sus siglas en inglés). De hecho, el año pasado los presentó en sociedad en un coche con pasajeros por primera vez.