A pesar de ser una de las operaciones de mantenimiento más asequibles, el cambio del líquido de frenos a menudo se suele pasar por alto. Y es que si no cumples con las revisiones de mantenimiento previstas por el fabricante, es un elemento que puede pasar desapercibido hasta que su deterioro es tal que produzca una avería importante o, lo que es peor, afecte a la frenada y ponga en grave riesgo tu seguridad.
Por regla general, la mayoría de los fabricantes recomienda sustituir el líquido de frenos cada dos años aunque se recorran pocos kilómetros.
Asimismo, también hay marcas que establecen un período de sustitución por kilometraje, en el caso de que se alcance antes de que transcurra el límite de tiempo: ese kilometraje se suele situar entre los 40.000 y 60.000 km. No obstante, si tienes cualquier duda, acude al manual del usuario de tu coche o consulta a un experto de EuroTaller.
¿Por qué sustituir el líquido de frenos y qué pasa si no lo cambio?
El líquido de frenos es higroscópico, es decir, tiende a absorber humedad del ambiente, y esta humedad, además de reducir el punto de ebullición (‘vapor lock’) y generar burbujas que reducen la eficacia, puede contribuir a la corrosión de los conductos del sistema de frenado por los que circula el fluido, así como a un desgaste prematuro de los bombines.
Seguro que estás pensando que cómo es posible que entre humedad en el líquido de frenos, que está en un circuito cerrado y estanco. Pero lo hace: la propia tapa del depósito no es 100% hermética, y permite que entre aire para evitar la formación de vacío cuando baja el nivel.
Además, hay que tener en cuenta que este elemento está sometido a temperaturas extremas. Por este motivo, sus propiedades se ven alteradas no solo con el paso de los kilómetros, también con el tiempo.
¿Cómo saber si está en buen estado?
Este fluido suele tener, por lo general, un color transparente, ligeramente amarillento, por lo que un líquido oscuro nos estará indicando que está muy degradado, por lo que habrá perdido gran parte de sus propiedades y ha llegado el momento de sustituirlo.
Otros indicios de que hay que cambiar el líquido de frenos pueden ser el aumento del recorrido del pedal de freno, o si notamos que el pedal se vuelve ‘esponjoso’ al pisar.
Asimismo, existen herramientas especiales para comprobar el estado del líquido de frenos. Algunas son muy sencillas y asequibles, pero no son muy fiables, pues simplemente analizan la conductividad del líquido al introducir el medidor en el depósito.
Otros métodos más sofisticados lo que hacen es calentar el fluido para medir el punto de ebullición y comprobar que no ha descendido.
¿Qué tipos de líquido de frenos debo utilizar para rellenar el nivel?
Conviene comprobar con regularidad el nivel del líquido de frenos del coche, y pasar por el taller para que localicen una posible fuga si está muy bajo o si vuelve a bajar rápidamente tras rellenarlo ¿Sabes dónde está el depósito?
Éste es fácilmente localizable pues es uno de los pocos depósitos visibles bajo el capó. Su tapón suele ser negro y llevar el símbolo de un círculo entre paréntisis (como el de la luz del salpicadero del freno de mano). Incluso puede llevar en impreso el tipo de ‘DOT’ requerido (más abajo veremos qué es esto).
Como casi siempre cuando se trata de niveles, hay que procurar no sobrepasar la indicación de nivel máximo ¿Y puedo usar cualquier líquido de frenos? La respuesta es no.
Al igual que con el aceite lubricante, existen distintos tipos de líquido de frenos, clasificados según la especificación DOT, en función de su punto de ebullición en seco y en húmedo, así como de su viscosidad. Y como con el lubricante, hay que utilizar sólo el que indica el fabricante.
Los de tipo DOT 3 están elaborados a base de éteres de glicol, más baratos. Su punto de ebullición en seco es a 205 ºC. Absorben el agua con facilidad, por lo que pierden más rápido sus propiedades y facilitan la corrosión en el sistema de frenos.
Por su parte, los DOT 4 son los más comunes actualmente por sus mejores prestaciones (el punto de ebullición está en 230ºC) y por contar con aditivos que hacen que absorban menos agua y elevan ese punto de ebullición (también se basan en éteres de glicol, pero contienen borato de ésteres)
Mientras, los líquidos DOT 5 tienen un punto de ebullición de 260 ºC y una base sintética, por lo que nunca se deben mezclar con los DOT 3 o DOT 4. Están diseñados para vehículos que pasan largo tiempo sin moverse. Los fabricantes no suelen recomendarlos por la baja solubilidad del aire de sus bases, que dan una sensación esponjosa al pedal de freno.
No confundir nunca con el DOT 5.1. Estos son líquidos de frenos DOT 4 que cumplen con los estándares del nivel DOT 5 respecto a punto de ebullición (en seco, a 270ºC y viscosidad. Esta baja viscosidad es su principal defecto, puesto que aumenta el riesgo de que se produzcan fugas en el circuito de frenos.