Con la subida del petróleo y, por tanto, de los carburantes se han barajado muchas opciones de cara al futuro. De hecho, ya hay quienes están pensando en hacerse con un vehículo eléctrico o un coche de gas. Aunque éste último también sufre de la crisis energética a causa de la guerra de Ucrania. Así, ha aumentado el precio del litro de GNL y ya llega casi al euro. Lo nunca visto.
No obstante, desde 2021, la demanda de coches de gas ha subido de un 2,1% a un casi 3% según los registros actuales. Mientras que los vehículos eléctricos son casi cinco veces más. Aún así, el gas representa el 46% del total de búsquedas frente al diésel y la gasolina.
Sin embargo, el gas es el tipo de combustible ‘pobre’ frente al resto, ya que los vehículos más adquiridos hasta la fecha son los híbridos de gasolina y los eléctricos por encima de los híbridos enchufables y los híbridos a gas.
Qué ventajas y desventajas tiene el gas
En consecuencia, entre el coche a gas y el eléctrico, el primero tiene un depósito de gasolina que, sin necesidad de repostar, puede recorrer 1.000 kilómetros. De modo que, partiendo de la base, el eléctrico solo tiene una autonomía de 500 km en determinadas situaciones.
Otra ventaja del gas es que en el momento de repostar es mucho más rápido que en un eléctrico, pues el repostaje es muy similar al de un coche ‘convencional’ y no necesita emplear el tiempo que requiere una recarga por rápida que sea. Todo ello, sin contar con el tema de la falta de infraestructuras de recarga que existe actualmente.
Un inconveniente más, aunque coyuntural, es que el gas, a pesar de llevar la etiqueta ‘ECO’, no ha sido incluido en los planes de incentivos a la compra por lo que eso no le ha permitido la adopción ‘masiva’ por parte de los conductores. Por lo tanto, mientras por un lado parece sostenible por otro, aún no lo es tanto.
De esta manera, este tipo de combustible está sirviendo para las flotas más que para los vehículos de particulares. Aunque en 2021 se registraron 18.151 unidades entre gas licuado de petróleo (GLP) y gas natural comprimido (GNC)., los modelos propulsados a gas son más limitados que los electrificados.
Por si no lo sabías, todo aquel conductor con vehículo de gasolina puede convertirlo en uno de gas, siempre y cuando cumpla con una serie de requisitos (el más sencillo es que esté matriculado a partir de 2001). Puedes consultar a tu mecánico de confianza cómo se realiza y si dispone de este servicio.
Cómo realizar el traspaso de los combustibles
Debes saber que existen dos tipos de instalaciones de Autogas: los Bi-Fuel y los Dual-Fuel:
- Bi-Fuel, corresponde a vehículos que funcionan independientemente de la gasolina o el Autogas, y pueden adaptarse a cualquier vehículo. Aún hay más, todos los vehículos de gasolina Euro 4 que se transformen en Autogas pasan directamente a tener etiqueta ECO y a poder disfrutar de sus ventajas.
- Mientras, los Dual-Fuel son vehículos que usan a la vez tanto el diésel como el Autogas, aunque normalmente es más usual en furgonetas o vehículos de transporte pesado.
Si tienes dudas sobre cómo se instala el depósito de Autogas, pues bien, hay que inyectar el gas en el motor, pero es preferible que acudas a un taller para que no corras ningún riesgo y realicen el traspaso correctamente. El cambio permite entre 50.000 y 60.000 kilómetros.
Además, los profesionales que se encargan de hacer la transformación a Autogas, también legalizan el coche y todo lo referente a la ITV.
Por el contrario, en la instalación de Dual-Fuel es más compleja, ya que los vehículos pesados tienen otro tipo de tecnología. En este caso, hay que colocar el depósito de Autogas en los dos depósitos de Diésel y luego canalizarlo al motor para que se produzca la mezcla de combustible.