Una junta en mal estado puede derivar en una avería de importancia
Si pensamos en un motor, seguramente lo primero que nos puede venir a la cabeza es una infinidad de piezas complejas, engranajes, explosiones internas… en definitiva, un conjunto de elementos móviles que hacen que el motor funcione y que el coche ante. Pero no todas las piezas son así. Un claro ejemplo son las juntas, aunque no llevarlas en buen estado puede ocasionar daños importantes.
¿Qué son las juntas?
Al referirnos a las juntas del motor, hablamos de unos aislantes (de diversos materiales), que se colocan en determinados lugares del bloque motor, como por ejemplo, una junta muy típica, la junta de la culata, y hacen que se quede unido y sellado como una sola pieza. Siempre deben ponerse en el motor y renovarse si se deterioran.
En una descripción básica de las juntas, podemos decir que son un objeto que permite mantener ensambladas dos partes. Pueden ser de plástico, metal, fibra… Se usará un material u otro dependiendo de para qué se use la junta.
Las juntas, además, tienen la misión principal de evitar fugas. De agua, de aceite… El hecho de que una junta no selle bien originará una fuga, y esta podrá derivar en problemas en el motor. Dependiendo de los fabricantes, usos y demás, encontraremos juntas de diferentes materiales, formas y tamaños.
Las juntas deben cumplir con tres características comunes a todas ellas: tener flexibilidad, ser resistentes a la tracción y poseer baja densidad. Además, deberá resistir bien la presión y a los productos químicos. Por último, Tendrán que adherirse muy bien allí donde se coloquen y durar bastante tiempo.
Por otra parte, toda junta del motor debe cumplir con tres propiedades básicas cuando está colocada: Principalmente, deberá prevenir las fugas, tendrá que mantener la presión para que no se extienda de la culata hasta el espacio del bloque motor y, por último, se encargará de distribuir el calor, desde el bloque de cilindros hasta la culata del motor.