Los conductores más veteranos recordarán las polémicas que surgieron con el anterior sistema de matriculación. Basado en los distintivos provinciales, terminó generando rechazo por los problemas que algunos conductores tenían cuando iban a determinados sitios con determinadas matrículas en sus vehículos. De hecho, esas tensiones se reflejaban en las ventas de usados.
Así, un automóvil con distintivo de Madrid se vendía peor en Barcelona, y viceversa. Solución: algunos empezaron a colocar pegatinas de la capital de España en vehículos de procedencia catalana. En la última fase de vigencia de este sistema de matrículas, Tráfico llegó a permitir que se rematricularan los vehículos, de forma que se borrara ese rastro provincial.
Las matrículas y sus limitaciones…
No obstante, el verdadero problema estaba en que esa fórmula iba camino de agotarse, una vez gastadas casi todas las combinaciones posibles (en los vehículos matriculados en Madrid y Barcelona) y había que buscarle solución.
Entonces llegó el actual sistema, en vigor desde el año 2000 y usado también para adaptarse a la normativa europea. Combina la inicial (o iniciales) del país con 4 números y 3 letras, por lo que tiene la ventaja de que no se agotará por lo menos hasta dentro de 50 años al menos, ya que permite hasta 80 millones de combinaciones y, por ejemplo, este año no se venderán más de 830.000 automóviles nuevos.
Aunque eso es la teoría, porque no todas las combinaciones son posibles.
Primero, se establecieron algunas limitaciones prácticas: la primera era evitar aquellas letras que pudieran llevar a confusión con otras parecidas. Hablamos por ejemplo de la Ñ, pero también de la Q. Además, había que desestimar aquellas consideradas como una letra en nuestro país pero no en otros, como la CH y la LL.
Y para terminar había que eliminar todas las vocales. ¿Por qué? Porque las vocales podían permitir combinaciones de letras que fueran nombre propios, como ANA, ELI, EVA, ZOE, PAU, ISA. Pero sobre todo porque podían dar lugar a palabras que hicieran alusión a partes del cuerpo, que fueran malsonantes, resultaran escatológicas o incitaran a la discriminación. Hablamos de PIE, OJO, MEA, FEO, FEA, PIS, ‘PEO’, ANO, MAL, GAY…
En algunos países sí permiten combinaciones de letras que formen palabras y nombres propios. De hecho, el comercio de las matrículas en algunos países como Reino Unido, Estados Unidos o Emiratos Árabes Unidos es todo un negocio por el que no solo ingresa el estado, sino todo aquel que tiene una placa especial y la pone a subasta.
El mayor ejemplo de ello lo tenemos en el multimillonario emiratí Ghaffer Khouri, que en 2008 pagó 8 millones de euros por el derecho a usar una placa de matrícula en la que se lee simplemente «1».