A la hora de comprar un coche existen diferentes factores a tener en cuenta: el precio, el color, el combustible, el equipamiento, los elementos de seguridad… Sin embargo, decidir qué tipo de tracción queremos en nuestro vehículo también es importante, ya que esto influirá en el precio, la conducción y en nuestra propia seguridad.
¿Qué es la tracción? La tracción nos indican qué ruedas son las que reciben la potencia del motor para mover el vehículo. La tracción puede ser delantera, trasera (también llamada propulsión) o total.
Los tipos de tracciones
Tracción delantera
La tracción delantera es aquella que envía la potencia del motor al eje delantero, donde también se encuentra la dirección del coche. Es la opción mayoritaria actualmente. Entre el 75-80%, funcionan con este sistema en el mercado europeo.
Los motivos son varios, pero principalmente responden al hecho de que fabricar este tipo de vehículos es más económico porque el número de piezas que hay que montar es menor (no necesitan árbol de transmisión), por lo que, en consecuencia, pesarán menos y el consumo será menor. Además, el mantenimiento también es más económico y esta opción permite aprovechar mejor el espacio.
De cara al usuario, este sistema ofrece un comportamiento más intuitivo en situaciones de conducción habituales. Por ejemplo, si el coche se acelera demasiado, y subvira (fenómeno que se da al realizar un giro y la dirección no obedece porque las ruedas delanteras motrices han perdido el agarre intuitivamente el conductor levantará el pie ligeramente del acelerador y controlará mejor la velocidad. Asimismo, ofrece facilidad a la hora de conducir en condiciones meteorológicas adversas, como la nieve.
¿Dónde va el motor en estos vehículos?
Esta opción es la más habitual y suele ir asociado, casi en la totalidad de los casos, a un motor transversal delantero, si bien también existe la tracción delantera con un motor en posición longitudinal como si fuera un tracción trasera, pero situando el motor por delante del eje delantero. Con esta solución se tienen las ventajas de la tracción delantera como el ahorro de peso y la ganancia de espacio.
Tracción trasera o propulsión
En este tipo de tracción, la potencia del motor se transmite a las ruedas posteriores. Se conoce también como propulsión o propulsión trasera y cabe decir que es la modalidad más antigua, la que llevaban todos los vehículos hasta poco antes de la II Guerra Mundial, y que en la actualidad sigue utilizándose en modelos principalmente de lujo o deportivos. Esto se debe a que permite una conducción más dinámica y ágil.
Este sistema consigue una distribución del peso más equilibrada entre los dos ejes, lo que mejora la tracción y además reparte mejor el esfuerzo de los neumáticos. Sin embargo, conducir un vehículo de tracción trasera puede llegar a ser más complicado si no tenemos las habilidades necesarias.
Por ejemplo, si el vehículo sobrevira, que es cuando el coche pierde adherencia por la parte trasera y el tren trasero empieza a girar más de la cuenta, puede llegar a hacer un trompo. Esto suele ocurrir cuando el usuario acelera más de la cuenta y, en consecuencia, las ruedas traseras derrapan, aunque también puede suceder cuando el asfalto es deslizante, ya sea por la lluvia, la nieve o el hielo.
¿Cómo corregir el sobreviraje? En este caso es necesario hacer un contravolante, que significa girar el volante en el sentido contrario al que está desviándose el coche y dirigir nuestra mirada hacia donde el coche tiene que ir.
También hay que dejar de acelerar para que las ruedas vuelvan a tener agarre y dejen de derrapar lateralmente. Esta técnica aunque no es muy complicada, requiere de conocimientos por parte del conductor y también de reacciones rápidas.
Cabe señalar que actualmente los coches eléctricos con plataforma propia acostumbran a diseñarse con tracción posterior. Esto es así porque buscan un mejor equilibrio del peso.
¿Cómo se coloca el motor en estos vehículos?
Con la tracción trasera el motor puede ir en la parte delantera de forma longitudinal (esta es la solución más tradicional, y era la que todos los coches usaban). La tracción se envía a las ruedas trasera mediante un árbol de transmisión que va por debajo del habitáculo.
Por su parte, el motor trasero para la tracción trasera es un sistema que está prácticamente obsoleto, tan solo el Porsche 911 y algún otro coche pequeño lo utilizan. El origen de esta disposición viene del primer Volkswagen Escarabajo. Entonces lo más fiable y barato de producir era colocar “todo” atrás ya que situar el motor delantero y la tracción trasera era muy caro (se ahorraban el eje de transmisión).
Mientras, el motor central para la tracción trasera se olvida por completo de todas las consideraciones prácticas, costes de producción o habitabilidad del vehículo teniendo en cuenta solo el comportamiento deportivo del vehículo.
Tracción total, 4×4 o integral
Es la opción en la que la tracción está en las cuatro ruedas. Esta modalidad complica la mecánica (se duplican algunas piezas) y también el precio, aunque permite un agarre total y un mayor control y seguridad en superficies deslizantes.
Por eso, su uso está destinado, principalmente, a vehículos con capacidad para moverse fuera del asfalto, como los todoterreno o los SUV.
¿Qué diferencias hay en la conducción?
Actualmente, con los sistemas de seguridad activa que incorporan todos los vehículos, no hay diferencias significativas en circunstancias normales de conducción y el automovilista prácticamente ni se da cuenta de qué tipo de vehículo está conduciendo.
En el caso de la tracción posterior, eso sí, es recomendable no desconectar el sistema de seguridad activa (salvo raras excepcione) porque ayuda mucho en situaciones delicadas. Con climatología adversa, la mejor alternativa es la tracción a las cuatro ruedas por repartir mejor la potencia.