Durante el otoño puede producirse en mayor medida debido a las lluvias
Siempre debemos tener los neumáticos en buen estado para circular con seguridad con nuestro vehículo, eso es algo fundamental. Además, para su correcto funcionamiento, así como para evitar cualquier problema, debemos llevarlos con las presiones correctas para nunca perder el control del vehículo.
También, puede ocurrir que factores externos nos hagan perder ese control de nuestro coche, y uno de ellos es el aquaplaning algo con lo que debemos tener precaución, pues es una de las circunstancias más peligrosas que podemos experimentar en carretera.
En qué consiste
El aquaplaning se produce básicamente cuando las ruedas de nuestro vehículo pierden el contacto con la superficie de la carretera al estar cubierta de agua. Esto hace que no podamos controlar nuestro coche y que pueda desembocar en un grave accidente.
Esto ocurre cuando el dibujo de nuestros neumáticos, que tiene una capacidad limitada para evacuar agua, se ve superada por el agua de la vía, con lo que ocasiona que el neumático se eleve y perdamos el contacto con el asfalto.
Factores que lo ocasionan
Puede ocasionarse por varias causas, como la que hemos explicado anteriormente, llevar unos neumáticos desgastados. El dibujo no será lo suficientemente profundo y el neumático no evacuará el agua, por lo que podremos perder el control.
Si el suelo está mojado y circulamos a mucha velocidad, también podemos encontrarnos con aquaplaning, pues no tendremos agarre sobre el asfalto por la velocidad a la que gira la rueda.
Por supuesto que el estado de la vía también influirá. Si tiene surcos, no drenará bien y encontraremos balsas de agua en ella, por lo que debemos adaptar la velocidad a las circunstancias de la vía.
Y, por último, dependerá también de cuánto llueva, pues si cae mucha cantidad de agua, a la carretera le será más complicado drenarse, por lo que volveremos a encontrarlo.
Qué hacer si lo experimentamos
En caso de sufrir aquaplaning, lo que hay que hacer es mantener el coche recto e intentar reducir la velocidad paulatinamente, no pisar el embrague ni levantar el pie del acelerador de modo brusco y no girar el volante.
Además, tampoco debemos pisar el freno de manera abrupta, pues lo único que haremos será bloquear las ruedas haciéndole “patinar” y desestabilizándolo.