Los filtros de partículas (filtros DPF —diesel particulate filter— o FAP funcionan como “trampas” que almacenan las partículas que se generan durante la combustión, para eliminarlas posteriormente en un proceso de regeneración, que requiere altas temperaturas (en torno a los 500ºC).
Para llevar a cabo este proceso, el sistema de gestión del motor inyecta un “extra” de combustible cuando es necesario, con el objetivo de que la temperatura de los gases de escape aumente.
En la mayoría de motores diésel de los turismos más modernos (desde 2014) a este sistema se le ha añadido AdBlue, el aditivo que permite eliminar los óxidos de nitrógeno (NOx) que se generan en la combustión de estos propulsores.
Consejos para que el filtro de partículas no se averíe
¿Y el invierno afecta más al filtro de partículas? Cabe pensar qué si. De hecho, las bajas temperaturas pueden suponer la puntilla para un filtro de partículas que no se encuentra en buen estado.
No obstante, para evitar problemas con el filtro de partículas, tanto en verano como en invierno, con estos consejos podrás evitar que no sufra más de lo normal y que, en definitiva, no esté tan expuesto a posibles averías.
1.- Mantén tu coche siempre a punto: realizar las revisiones estipuladas según el kilometraje y el tiempo te ayudará a ahorrarte más de un disgusto, avería e, incluso, dinero. Para proteger al motor, debes hacer el cambio de aceite cuando toque y siempre en un taller.
2.- Usa siempre el aceite adecuado: utiliza un lubricante de calidad y sólo el que tenga las especificaciones establecidas por el fabricante de tu coche.
3.- Revisa periódicamente el nivel de aceite: es fundamental que lo hagas (siempre debe estar por encima del mínimo y por debajo del máximo). Sobre todo, en los coches diésel donde las inyecciones «extra» de gasóleo para la regeneració del filtro pueden provocar que el aceite se mezcle con combustible. Si de repente el nivel de aceite supera el máximo, puede ser por un problema en la inyección o en el FAP.
4.- No llenes al máximo el depósito de combustible: en algunos motores, al contar con la mezcla del aditivo, podemos provocar fallos al rellenar hasta arriba el depósito, ya que se puede estropear el sensor que detecta cuándo abrimos y cerramos la boca de llenado… O lo que es peor: si lo llenamos mucho y no dejamos espacio para que el sistema mezcle el aditivo, funcionará mal, lo que acarreará averías graves.
5.- Haz buen uso del Adblue: si lo rellenas tú mismo, comprueba que el que uses es adecuado para tu coche. Hay muchas generaciones distintas, y no todas son válidas.
6.- Revisa el manual de mantenimiento: revisa el capítulo dedicado al filtro de partículas, su funcionamiento, qué sucede si tu coche se queda sin AdBlue, qué tipo de aditivo utilizar y cada cuánto reponerlo… Incluso algunos fabricantes ofrecen consejos de conducción específicos para facilitar la limpieza del FAP.
7.- Comprueba los testigos en la instrumentación: presta atención a los testigos del cuadro de más. Conoce el significado de cada testigo: en muchos coches existe el testigo del DPF/FAP (también ‘Check Engine’), que indica directamente una avería. En otros, un parpadeo de la luz antes de quedarse fija puede indicar que el filtro está a punto de colapsarse.
8.- Regenera el filtro cada cierto tiempo: si circulas mucho por la ciudad, de vez en cuando (una vez al mes o cada 400-800 km) un recorrido por autopista de unos 15 o 20 minutos circulando con el motor alto de vueltas a una marcha intermedia (en 3ª o 4ª marcha a 3.000 rpm) ayudará a la regeneración del filtro.
9.- Utiliza de forma opcional gasóleo premium en invierno: invertir unos euros más en el combustible de mayor calidad puede ayudar a que el proceso de combustión se más limpio y genere menos partículas.
10.- Visitar al taller periódicamente: no ignores un posible problema. Un filtro obstruido que no se regenera sigue llenándose de cenizas, perjudicando el funcionamiento del resto de sistemas de motor, y la posibilidad de que la factura final de la reparación aumente es exponencial
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