Con la normativa Euro 5, los fabricantes de automóviles se vieron obligados a reducir de manera significativa las emisiones de partículas sólidas emitidas a la atmósfera, especialmente elevadas en los motores diésel.
Esto impulsó la implementación de los filtros antipartículas (FAP o filtros DPF), primero en los vehículos diésel (de ahí que al principio se llamaran filtros de partículas diésel —de ahí lo de DPF por Diesel Particulate Filter) si bien, el filtro también ha llegado a los vehículos de gasolina y su uso está ya muy extendido en ellos.
¿Cómo funciona un filtro de partículas (FAP)?
Aunque existen diferentes tipos de filtros FAP, su funcionamiento general es el mismo. Los gases de escape atraviesan un sistema de filtrado que se encuentra en el escape, y que se encarga de retener esas partículas sólidas tan peligrosas para la salud.
Cuando la cantidad de partículas retenidas en el filtro llega a un determinado nivel, el sensor de presión diferencial envía una señal a la ECU del coche para activar el proceso de regeneración ¿en qué consiste?
¿Qué es la regeneración?
La regeneración tiene lugar de forma periódica en intervalos de 400-800 km en función del tipo de conducción. Consiste en aumentar la temperatura de los gases de escape hasta la de autoignición de las partículas de carbono (550ºC).
Este incremento de temperatura quema las partículas retenidas en el filtro transformándolas en CO2 ¿Cuándo se producen las regeneraciones? Según el fabricante y los modelos, la temperatura que debe alcanzar el sistema para limpiarse ronda los 900ºC.
Esta regeneración del FAP es, por tanto, una incineración del hollín acumulado. La unidad de control de motor sabe cuándo está lleno el filtro porque lleva un sensor que mide la diferencia de presión entre la entrada del filtro y la salida.
De esta forma, si la presión a la entrada y a la salida es la misma significa que el filtro está defectuoso. Si la presión a la entrada es mayor que a la salida, el sistema funciona correctamente hasta un determinado valor.
Si la diferencia de presión entre la entrada del filtro y la salida es mayor de un índice, la ECU inicia su protocolo de regeneración (ajustar los ciclos de inyección, regular la alimentación de aire en admisión, desactivar la recirculación de gases, elevar el régimen del motor, o incluso adaptar la presión de sobrealimentación para que no sintamos un aumento en el régimen del motor).
¿Podemos forzarla?
Lo recomendable en estos casos es que si nuestro coche ha comenzado el proceso de regeneración no lo detengamos, es decir, que continuemos circulando. El proceso suele durar unos minutos, y además de algunos síntomas que denotan que está produciéndose el proceso de regeneración, algunos coches avisan con algún indicador en el cuadro de mandos. En otros, no sucede nada si detenemos la regeneración y dejamos que comience en el siguiente arranque.
Si conducimos abusando de las marchas largas, o nuestro coche solo hace desplazamientos urbanos cortos, además de no darse las condiciones óptimas para la regeneración del FAP… estaremos provocando que nuestro motor genere mucho más hollín de la cuenta.